BAJA CORTINAS DEFITIVAMENTE PIZZERÍA DE GRAN TRADICIÓN EN CULIACÁN

No fue una plazuela, pero como si lo fuera. Las concurrencias eran grandes y el mormullo se dispersaba como el olor a pan horneado.

Ahí, entre mesas de madera y paredes adornadas con póster de autos antiguos, se sirvieron las mejores pizzas del viejo Culiacán.

Fue por casi 50 años la zona del cupido para algunos, para otros el círculo social y otros más el relax después de la oficina.

La rokola entonaba las melodías a modo de los comensales y la mesera ordenaba las combinaciones de ingredientes que el cliente pedía.

Ángel Flores, casi esquina con Domingo Rubí, era el punto clave, era la Piazzita.

Luis Vargas, propietario del inmueble narró que cientos de noviazgos y matrimonios se tejieron en su establecimiento.

Muchos de ellos, dice, ahora son grandes profesionistas, empresarios y políticos, algunos de ellos dirigen en estos momentos los destinos del pueblo.

Relata, que uno de sus mayores gustos fue recibir las noticias positivas de sus clientes, principalmente los adultos, quienes le refieren el origen de su felicidad en la pizzería.

“Tuve que ser hasta consejero sentimental y hasta árbitro en desenlaces de infidelidades”, expuso.

Lo cierto es que este icono de la degustación en el centro de Culiacán se va y dará pasado a una moderna nevería y con ello el paso de nuevas generaciones.