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PROMUEVE MÉXICO PROTECCIÓN Y MEJORAMIENTO DE VARIEDADES VEGETALES

Especialistas de la Sader participan en el seminario internacional virtual: “El papel del fitomejoramiento y la protección de variedades vegetales para que la agricultura mitigue y se adapte al cambio climático”.

Subrayaron la importancia de complementar el mejoramiento vegetal con prácticas de manejo sostenibles, como la rotación y asociación de cultivos, sistemas silvopastoriles, cultivos de cobertura, milpa intercalada con árboles frutales y aplicación adecuada de fertilizantes, entre otras.

Ciudad de México, 12 de diciembre de 2022. – El Gobierno de México, a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, desarrolla tecnología para la conservación, mejoramiento y aprovechamiento de variedades vegetales, como parte de las medidas de adaptación y mitigación de los sistemas agroalimentarios a los efectos del cambio climático.

En el seminario internacional: “El papel del fitomejoramiento y la protección de variedades vegetales para permitir que la agricultura mitigue y se adapte al cambio climático”, la directora general de Políticas, Prospección y Cambio Climático de la Secretaría, Sol Ortiz García, habló de la importancia de generar y compartir conocimiento para enfrentar los retos del futuro.

Puntualizó que en México se aplica una política diferenciada respecto a las estrategias de fitomejoramiento, en función del sistema de producción agrícola, que a su vez, se relaciona con las modalidades de agricultura de riego o de temporal.

En el evento virtual celebrado en Ginebra, Suiza, comentó que en temporal –donde hay una gran variabilidad climática- se usan semillas nativas o mejoradas de acuerdo con el régimen de lluvias, por lo que se busca seleccionar atributos para incrementar la plasticidad fenotípica de los diferentes cultivos.

En su exposición “El papel del mejoramiento vegetal para la adaptación al cambio climático en México”, Ortiz García sostuvo que este mejoramiento debe vincular a todos los productores y, de manera efectiva, a agricultores, comunidades locales y pueblos indígenas.

Subrayó la importancia de los recursos fitogenéticos para la agricultura, en materia de seguridad alimentaria, nutrición, adaptación y mitigación, servicios ecosistémicos como la captura de carbono, la polinización, el control de plagas y enfermedades y la provisión de alimentos, piensos y fibras.

La funcionaria mexicana destacó que nuestro país tiene cinco mil 409 variedades registradas de 139 cultivos –desarrollas en 26 países, incluido México— de las cuales mil 900 están en el esquema de derechos de obtentor, mil 100 en el Catálogo Nacional de Variedades Vegetales y dos mil 300 registradas en ambos esquemas.

Para el caso del maíz, abundó, se trabaja para lograr variedades de ciclos más cortos, y el instituto tiene en desarrollo de 48 programas de mejoramiento, además de los trabajos de seis especies: ajo, cebolla, chile, tomate, papa y tomate verde, que en conjunto suman 81 variedades.

Refirió que el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) es la instancia pública en México con el mayor número de registros de variedades mejoradas.

Mientras que el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) ha desarrollado programas para fortalecer los bancos de germoplasma para variedades agrícolas, al igual que crear y mantener bancos de semilla comunitarios.

El SNICS ha realizado un esfuerzo nacional para la conservación de más de 64 mil variedades de más de mil 300 especies, mencionó la especialista en el evento, convocado por la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV).

Recalcó que, adicional al mejoramiento de las variedades agrícolas, es importante complementar con prácticas de manejo sostenibles como la rotación y asociación de cultivos, sistemas silvopastoriles, cultivos de cobertura, milpa intercalada con árboles frutales y aplicación adecuada de fertilizantes, entre otras.

Dichas prácticas, dijo, deben estar adaptadas a la región para optimizar los recursos disponibles, a fin de incrementar la resiliencia del sistema productivo.

En esta visión, se requiere conjuntar esfuerzos entre instituciones públicas y privadas, centros de investigación, extensionistas y organizaciones de productores, con la inclusión de agricultores locales y comunidades indígenas.

Además, se debe incentivar la comunicación y el diálogo en toda la cadena productiva para mejorar la colaboración y conexión entre actores, para así mantener el compromiso a largo plazo de trabajar juntos para atender y reducir los efectos negativos del cambio climático, apuntó.

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